La historia viral del ataque de orca de “Jessica Radcliffe”

En las últimas semanas, las plataformas de redes sociales y los canales de videos virales han estado al rojo vivo con una afirmación sensacional: que una entrenadora de orcas al estilo SeaWorld llamada Jessica Radcliffe fue asesinada durante una presentación en vivo tras ser atacada por una orca. El supuesto “incidente” ha sido descrito con todo lujo de detalles dramáticos, con publicaciones que afirman que el horrible momento fue captado en video y presenciado por una multitud atónita.

¿El problema? No existe ninguna evidencia de que Jessica Radcliffe sea una persona real, mucho menos la víctima de un ataque fatal de una orca.

La anatomía de un engaño viral

La historia de Jessica Radcliffe sigue un patrón ya familiar en el ciclo de desinformación en línea. La primera ola aparece como titulares diseñados para generar clics en blogs oscuros o sitios agregadores, generalmente acompañados de videoclips borrosos y sin contexto. Estos videos suelen ser material reciclado de eventos no relacionados, a veces ralentizados o con subtítulos ominosos superpuestos para sugerir una tragedia.

Desde allí, la narrativa se propaga a cuentas de redes sociales y canales de comentarios en YouTube, donde la ausencia de hechos verificables se disimula con repeticiones, narraciones dramáticas y material generado por inteligencia artificial. Pronto, el nombre “Jessica Radcliffe” comienza a ser tendencia, y la gente empieza a repetir la historia como si fuera una noticia confirmada.

Pero cuando periodistas y verificadores de hechos comenzaron a buscar registros oficiales artículos de noticias, reportes policiales, obituarios, o incluso menciones en comunicados de parques marinos  no encontraron nada. Ningún comunicado de SeaWorld. Ningún informe de fatalidad laboral de OSHA. Ningún testimonio creíble de testigos presenciales.

En otras palabras, el “incidente” de Jessica Radcliffe parece ser una invención total.

Por qué la gente lo cree

El engaño funciona porque se basa en tragedias reales y documentadas que involucran orcas en cautiverio.

El caso más infame es el de Dawn Brancheau, una entrenadora senior de SeaWorld que fue asesinada en 2010 por la orca Tilikum. La muerte de Brancheau fue ampliamente reportada y se convirtió en un punto central del documental de 2013 Blackfish, que examinó la ética de mantener grandes mamíferos marinos en cautiverio.

Otro caso frecuentemente mencionado es el de Alexis Martínez, un entrenador español en Loro Parque, Tenerife, que murió en 2009 cuando la orca Keto lo embistió durante un ensayo. Y en 1991, la entrenadora canadiense Keltie Byrne se ahogó en Sealand of the Pacific tras ser arrastrada bajo el agua por tres orcas, incluyendo a Tilikum.

Al repetir detalles de estos incidentes genuinos, la historia de Jessica Radcliffe resulta creíble para lectores que saben, aunque vagamente, que ha habido ataques de orcas antes.

Los peligros de la desinformación

 

 

 

 

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